La brisa recorría cada rincón de mi habitación,
Los recuerdos deambulaban,
cómo si mi cabeza fuera de ellos.
Cada uno de ellos,
susurraban tu nombre, y se iban
cómo aquella brisa aquel septiembre.
Ninguno de ellos se despide al irse,
y tampoco avisan cuando aparecen de repente.
Tal cómo lo haces tú cada vez que regresas
y cada vez que te vas sin siquiera darme cuenta.
Cada uno de ellos al decir tu nombre,
causaban qué me temblara todo el cuerpo,
mi corazón latía tan fuerte cómo las primeras veces,
Y mis ojos, se llenaban de lágrimas,
cómo aquel inolvidable septiembre.
Y ahí, entendí, qué las huellas siguen,
y no se quieren ir.
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